El
Festival Internacional de Cine de
Guanajuato (México) y el Festival de
Cine de Giffoni (Italia) se fusionaron a través de tres jóvenes mexicanos
amantes del cine con el objetivo de contribuir al intercambio cultural,
educativo y a la generación de nuevo aprendizaje cinematográfico para fomentar cineastas desde temprana edad.
Parte
de lo que estos jóvenes experimentaron al conformar un jurado juvenil en el Giffoni fue tener contacto con
grandes personalidades del cine a nivel internacional, historias de vida
grabadas para siempre en la memoria y
mucho aprendizaje en torno a la industria cinematográfica.
Este encuentro, fundado en 1971 por el
director artístico Claudio Gubitosi, se enfoca en la promoción de películas destinadas al público infantil y juvenil, así que son ellos
mismos los que conforman los jurados. Es el
más importante del mundo en su tipo y tienen la misión de crear una cultura
cinematográfica y contribuir a una formación que se traduzca en mejores
resultados fílmicos.
Manuel,
que ha sido voluntario del GIFF durante varios años, confiesa haber regresado diferente.
Su manera de apreciar películas cambió para bien, pues ahora considera tener un
ojo más crítico y especializado. “Me fui como aficionado y regreso con un ojo
más agudo. Estar en Gifffoni hizo darme cuenta que me quiero dedicar al cine de
manera profesional; confío en que puede ser posible”.
Daniela
Zarate (13 años) y Montserrat Arellano (16 años), completaron el jurado juvenil representativo de México. Al igual
que Manuel, ellas se encargaron de ver una gran cantidad de cintas para después
debatirlas con jóvenes de otras naciones y votar por las que más les gustaran.
“Me sentí como una Tarantino, una Iñárritu,
incluso una Burton. Ser jurado a mi corta edad fue algo muy emocionante. Es muy
bonito seguir en contacto a través de twitter y facebook con todas las personas
que pude conocer en Italia, así como haber convivido con actores de la talla de
Nicholas Cage y Jessica Alba”, comenta Daniela Zarate, joven protagonista de la
película "Bacalar" de Patricia Arriaga.
Por
su parte, Montserrat Arellano asegura que todo se resume en una enorme
experiencia educativa, divertida y memorable. “A mí me interesa ser guionista
de cine, así que valoré día con día mi estancia en Giffoni, sobre todo porque
se trató de un crisol cultural. Me tocó conocer a gente de Venezuela, China,
Brasil y Alemania. Pude descubrir otras formas de pensar, esto es muy
importante para alguien que escribe.
Hasta
el momento, el GIFF es la única plataforma cinematográfica que ha permitido un
intercambio de esta magnitud, además de los proyectos que año con año impulsa
como la Residencia GIFF y Mexicannes, debido a que entre las
principales preocupaciones de este certamen, se encuentra la colaboración
internacional con otros festivales del orbe y brindar nuevas
oportunidades para los jóvenes cineastas mexicanos.
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